sábado, 25 de agosto de 2012

la poligénesis

Nos separamos, nos unimos, nos queremos, me odio y me quiero, e ignoro, y anhelo, todo en la soledad.
Estamos tan solos que es difícil darse cuenta de lo maravilloso de estar ahí, frente al universo. Y cada vez que lo recuerdo, es imposible no sentir la nostalgia de estar en un lugar tan grande y tan lleno de otros solitarios.
Como no llorar ni reír al mismo tiempo por sentir esto, tan triste y hermoso, saber con certeza que tus ojos son el único medio de comunicación real con aquello, que es cualquier cosa.
Mi memoria es la narrativa de mi misma. Me gusta escuchar las historias de la gente y contar mis historias porque es la única forma que tengo y tienen de acceder el uno al otro. Después de superar esta etapa, es difícil seguir, nunca he seguido, porque es oscuro entender que simplemente no somos una narrativa aunque quisieramos. Quisieramos ser esa imagen que le contamos al resto que somos pero sabemos con certeza que no es así. Lo único real es que no se puede acceder al otro pero está el deseo, la necesidad, el anhelo de querer a alguien. Y amar sus recuerdos, su historia, su individualidad, su soledad, su sufrimiento, su padecer intenso e incontenible.
Cuando pueda experimentar que querer a alguien es saber y sentir, sin ninguna duda, que esa persona está tan sola como tú, y pueda amar esa incertidumbre de no saber cómo son las sobras del gran filtro de los ojos, voy a estar feliz.

Y por mientras, le pone tener todo esto pa ti solo.