jueves, 19 de julio de 2012

Algun día de enero, más hoy.

Hurguetear en mis cajones llenos de papel es un viaje en el tiempo. Siempre encuentro cosas que quería encontrar, pero no leer (mentira, todos queremos saber sobre la vida de los demás, incluso siendo tú mismo dos años antes). Me sorprende darme cuenta de que aquello que antes me llenaba los ojos de lágrimas, hoy no es más que un aire seco que me hace consciente de lo oscuro de mi iris.
He cambiado, todo lo que hago ha cambiado, y lo único constante soy yo. Yo sigo aquí. Yo y solo yo acompañándome porque todos se van, o yo los echo, o yo me voy de sus vidas.
Entonces, todos ellos son parte de mí, pero ya no están, se fueron para siempre y yo estoy sola, y siempre voy a estar sola.
Espero nunca dejar que yo me vaya. Espero cambiar siempre, pero que nunca pueda irme. Si me voy, mátenme. Prefiero morirme a dejarme ir. Quiero cambiar conmigo, cantar conmigo y llorar y sufrir conmigo, y matarme, después superarlo, seguir viviendo, deprimirme y sentir todo, sobretodo rabia, de esa rabia que me hace gritar y pegar y odiar. Quiero llorar de alegría conmigo y sentir que el mundo es tan bonito, que mis amigos son tan bonitos, que mis hermanos son tan bonitos.

Todo lo que siento, lo que sentí, y lo que voy a sentir por cualquiera es mío.